Paisajes sonoros: una percepción alterada del espacio y tiempo a través del sonido


Siempre, en donde sea que estemos, nos rodean sonidos. Todavía en las madrugadas más silenciosas, se puede escuchar a los grillos y al viento cuando entra por la ventana. Los sonidos son fenómenos físicos ya que tienen forma, amplitud y velocidad, así como los ríos… Nos encontramos en medio de ellos. Por eso, en algunas ocasiones, hasta podemos sentir los sonidos.

En los eventos de música electrónica, por ejemplo, los amplificadores hacen que el sonido llegue a tal grado de potencia, que hace vibrar no solo el cuerpo, sino también el suelo y las paredes.

R. Murray Schafer propuso en los años sesenta la teoría de los soundscapes (traducida al español como “teoría de los paisajes sonoros”), según la cual, el sonido no solo anda por ahí en el espacio, sino que en realidad nos atraviesa, tanto física como psicológicamente.

¿Qué estás escuchando en este momento? ¿Música?, ¿un perro?, ¿un auto que va pasando? Lo que sea que estés escuchando, provoca un sonido el cual entra por los oídos, toca el tímpano, la cloquea (entre otros pequeños órganos que están dentro de la oreja), pasa por el nervio auditivo y así se envían señales al cerebro. Literalmente el sonido pasa por tu cuerpo y llega a la mente.

Por este motivo, varios autores creen que los soundscapes o “paisajes sonoros” son más que ambientes físicos y se refieren a la manera en la percibimos esos ambientes.

El creador del concepto, R. Murray Schafer, dijo que los soundscapes, o paisajes sonoros, son espacios que se pueden leer, ya que la manera en la que suenan las cosas en un lugar nos dice “algo” sobre ese lugar.

Pensemos en dos lugares … en uno se escucha música reggaetón de fondo, personas riendo a carcajadas e inclusive latas siendo abiertas; en el otro se escucha música clásica de fondo, el sonido de teclas de computadora y una completa ausencia de voces. ¿Ves cómo la descripción de esos sonidos nos lleva a estos lugares en nuestra imaginación?

La teoría de los paisajes sonoros sugiere que el sonido tiene la capacidad de hacernos recordar o pensar en espacios y lugares específicos, incluso si no estamos allí. ¿Cómo sabemos, por ejemplo, solo por la descripción de los sonidos, si nos referimos a una oficina o más bien, a una fiesta?

Entre las obras más destacadas del artista español y exponente de la música electroacústica, Francisco López, está La Selva (1998), que integra sonidos de lluvia grabados en el bosque tropical de Costa Rica.

Los espacios, lugares y locaciones, tienen marcas de sonido específicas. Así, en la ciudad, las marcas de sonido más comunes son las de autos pitando, motores, martillazos en una construcción y las voces de vendedores ambulantes. En un bosque tropical, algunas marcas sonoras pueden ser la caída de la lluvia, el canto de las aves y el croar de las ranas. En la playa pueden ser las gaviotas y las olas del mar. Si reproducimos estas marcas de sonido en el radio de la casa, por ejemplo, fácilmente recordaremos esos lugares aunque no estemos allí.

La teoría de los paisajes sonoros dice que los sonidos pueden representar realidades. Por eso, algunos autores creen que la música reproducida por aparatos electrónicos (como audífonos, amplificadores, entre otros) es utilizada por las personas como medio de escape.

R. Murray Schafer también acuñó el término “esquizofonía”, para referirse a un cambio de percepción en el que existimos en dos lugares al mismo tiempo: el mundo que nos rodea y el mundo que imaginamos con la música.

¿Les ha pasado que inician el viernes escuchando música y ya están deseando que sean las 10:00 p.m. para estar bailando? Bueno, este es un ejemplo de esquizofonía. Estamos en un lugar pero la música que reproducimos nos hace pensar en otra realidad.

Los paisajes sonoros, tal y como se plantean, ofrecen la oportunidad de alterar la percepción del tiempo y el espacio que habitamos. Por el efecto de los sonidos podemos estar en varios lugares al mismo tiempo, unos reales y otros imaginarios.

A favor y en contra de los soundscapes

Según el filósofo francés Henri Lefebvre, cuando hablamos de espacio, nos referimos a sitios de larga escala, que pueden ser físicos, mentales o culturales y reales o imaginarios. Quienes apoyan la teoría de los soundscapes, consideran que el valor del sonido va más allá de sus características objetivas (como el volumen y el tono) y siguen la línea de pensamiento de Lefebvre.

Los sonidos, de acuerdo con esto, tienen significados, que evocan emociones, sensaciones, recuerdos y lugares. Pero estos significados no están en el sonido, sino en las personas, que, según su cultura, tienen diferentes interpretaciones de las marcas sonoras.

En un estadio, por ejemplo, gritar “oe-oe-oe” puede significar apoyo, emoción y coraje. Por otro lado, en una iglesia, gritar “oe-oe-oe” puede significar locura o falta de respeto.

El significado de un mismo sonido cambia de acuerdo con la interpretación que se le da culturalmente, pero en esencia, el sonido es un fenómeno físico, por lo que tiene la capacidad de extender lo que sentimos. Algunos autores creen que la práctica de reproducir marcas sonoras específicas, aplicada en la creación de canciones, espectáculos en vivo o propuestas artísticas, puede tener un impacto positivo en nuestra conciencia sobre otras culturas de otros lugares, fomentando valores como la tolerancia, el reconocimiento de las y los demás y la pluriculturalidad.

Sin embargo, hay quienes dicen que la idea de la pluriculturalidad solo es una excusa para que personas con actitudes colonialistas, se apropien de elementos culturales que no les pertenecen. ¿Ustedes qué opinan?

También, hay críticos que dicen que grabar y reproducir marcas de sonido no nos acerca a espacios, lugares y locaciones específicas, puesto que siempre existe mediación tecnológica, selección subjetiva por parte del autor o la autora y edición del material. Por lo tanto, la creación de paisajes sonoros no transmite el valor de una u otra cultura; uno u otro lugar, sino la visión creativa de una sola persona.

En Julio de 2019, el artista británico Mark Knight lanzó bajo el sello discográfico ElRow Music, la canción titulada “El general”. En esta canción se utilizaron samples de “Muévelo, muévelo”, un éxito de la música panameña de los años 90.

Entre tanto, parece que las posiciones sobre la teoría de los paisajes sonoros están más a favor que en contra. El artista de música electrónica y fundador de la “ecología de los paisajes sonoros” (en inglés, “soundscape ecology”), Bernie Krause, cuenta que cerca de los años 2000, la comunidad científica empezó hablar sobre la importancia de los paisajes sonoros para diagnosticar la viabilidad de los espacios y el bienestar de sus habitantes.

Proyecto que agrupa las grabaciones de vida silvestre realizadas durante toda la carrera de Bernie Krause.

Mientras tanto, en el campo de la medicina, ya se iban empleando los sonidos de la naturaleza para aliviar síntomas del estrés, la hipertensión, el autismo, las alergias, etc. Civilizaciones antiguas como la Ba’ Aka de África central, creían hace años el poder del sonido del bosque para combatir los efectos de las enfermedades y en Japón, se había desarrollado una forma de curación llamada Shinrin-yoku, que literalmente significa “baño de bosque”.

De la teoría de los paisajes sonoros también surgieron movimientos como la “ecología acústica”, que se preocupa por la preservación del medio ambiente y la eliminación de la contaminación sonora provocada por las grandes industrias.

En 2013, el compositor John Luther Adams lanzó “Become Ocean”, una obra musical inspirada en el paisaje sonoro de Alaska, que intentaba visibilizar la problemática del cambio climático y el derretimiento de los polos. Ganó el premio Pulitzer a la música en el 2014 y el Grammy por mejor composición musical contemporánea en el 2015.

Soundscapes y música electrónica
¿Qué tiene que ver esto de los soundscapes con la música electrónica?
Pues todo. Gracias a que se han creado aparatos electrónicos como audífonos, grabadoras, micrófonos, amplificadores, programas de edición, etc. es que podemos grabar las marcas de sonido de un lugar y reproducirlas en otro.

Antes de la radio, los discos y los cassettes, por ejemplo, la única manera de escuchar música de otros países, era yendo allá o trayendo personas que tocarán aquí, en vivo. Con los avances tecnológicos, se hizo posible grabar voces e instrumentos de otras culturas, así como transportarlos cómodamente a otras partes del mundo.

Ahora bien, si cuando hablamos de soundscapes nos referimos a espacios sonoros, que también envuelven aspectos culturales, sociales y psicológicos, ¿qué tipo de soundscape o paisaje sonoro es el de los festivales, clubes o eventos de música electrónica?, ¿qué nos dicen esos espacios sonoros?

La música siempre predomina. El volumen está más alto que el de cualquier voz. Los sonidos electrónicos no se parecen a nada que se pueda escuchar en otro lugar. Son bajos profundos, efectos de sonido que parecen sacados de una película de ciencia ficción… máquinas del futuro, un beat que no se detiene, vibración que sale de enormes amplificadores y pasa por nuestro cuerpo.

Parece que en los festivales, clubes y eventos de música electrónica, las personas se vuelven parte del paisaje sonoro, pero no por medio de la voz, sino con el cuerpo.

Nos encontramos ante un gran hallazgo. Por sí solos, se supone que los paisajes sonoros tienen la capacidad de transportarnos a otros lugares, por la interpretación que nuestra mente hace de las marcas sonoras. Pero los soundscapes donde predomina la música electrónica, da la impresión, también tienen un poderoso efecto físico.

El sonido, además de transportarte a lugares imaginarios, pasa por el cuerpo. La experiencia sensorial es aumentada. Los lugares imaginarios se hacen reales; se sienten. Siguiendo la teoría de los paisajes sonoros, toda esta experiencia va más allá del sonido.

También tiene implicaciones culturales, psicológicas y sociales. ¿Cuáles son las implicaciones culturales, psicológicas y sociales de un paisaje sonoro en el que la música pasa a través del cuerpo y la mente se transporta a lugares imaginarios?

“Sound is the perfect sign for artists but a maddeningly imprecise one for logicians; it points without confirming and suggests without asserting” [El sonido es un signo perfecto para los artistas, pero desesperantemente impreciso para los lógicos; señala sin confirmar y sugiere sin acertar]

John Demers, 2010
Photo Credit: Nocturnal
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