Elaborado por Paola Gonzales Vargas
San Jose, Costa Rica
Miercoles 26 de Febrero del 2014
Si existe una definición material para el término “Alternativo” no podemos pensar en otra cosa que el Envision Festival. A voces se escucha que hay una antes y un después de vivir la experiencia, es lo que cualquiera que haya asistido al festival te dice sin pensarlo dos veces y es que definitivamente es, sin duda, algo que hay que experimentar al menos una vez en la vida (y ojalá si se puede repetir año con año, porque tu cuerpo y tu mente lo agradecerán). El Envision Festival 2014 tuvo todo y más de lo que cualquiera puede esperar de un festival. No estamos hablando de un simple festival de música, como los miles que hay al rededor del mundo, estamos hablando de una completa experiencia de vida alternativa a alto nivel.
Los organizadores del festival han atinado seriamente con el hecho de presentar al público una vivencia, un rato de realidad alterna dentro de este caos que significa la vida cotidiana, una abstracción de tiempo y espacio para entregarse a los sentimientos más sublimes del ser humano: amor, alegría, solidaridad, respeto, convivencia, libertad, independencia. El escenario principal es la naturaleza abrumadora de Osa, un lugar insertado en el pacífico de nuestro país que mezcla con exotismo la montaña, el río, las cataratas, la playa, y lo fusiona todo en el epicentro de la finca Rancho la Merced donde se ubica el festival. La aventura comienza desde el parqueo. Un residencial construido en pocos días que es más sustentable que cualquier proyecto urbanístico, deseado por cualquier ciudad del mundo que piense un poco en la sostenibilidad, en el desarrollo humano y en la conciencia sobre la sostenibilidad. Sí, puede sonar grandilocuente, pero es que cada pequeño detalle suma y hace la diferencia, desde la recolección de la basura, hasta suprimir el uso del plástico dentro del festival y proponer todas las estructuras prácticamente con materiales orgánicos como bambú, madera, hilos, mecates y telas, con muchísimo énfasis en el diseño de las mismas.
Muchas personas de diferentes nacionalidades, orígenes, culturas, todas reunidas en sintonía, bailando, viviendo y emergiendo. Este festival que ya va por su tercera edición, ha logrado no solo traer publico de muy lejos, sino que también ofrece la oportunidad de intercambio con los locales, así, un trueque energético por el que pasan el arte, la meditación, la convivencia, la buena música, shows de alto nivel y por fin un espacio para que la gente se manifieste como quiere y como puede, donde no importa qué edad tenga usted, si viene solo, acompañado, si trae a sus hijos, si habla inglés, francés o lo que sea.
Al fin y al cabo el absoluto respeto hacia lo que cada quién hace o deje de hacer es una consigna muy bien vivida en este festival. Compartir la comida, la disponibilidad del agua, los vecino de tienda en el camping, son vivencias que unen a las personas y marcan ese antes y ese después de vivirlo. De igual manera quienes optaron por vivirlo desde más afuera, o porque llegaron a medio festival o porque decidieron hospedarse en los alrededores, de igual forma recibieron las sonrisas y los abrazos de todo aquel que estuviera dentro de la zona del festival. El acceso a entrar y salir representa una ventaja significativa sobre todo para quienes gozan de disfrutar el área, conocer un poco más y al fin de cuentas aventurarse a la montaña un poco, o suplirse de suministros en las cercanías. La seguridad de todo el evento absolutamente impecable.
El Festival en sí cuenta con una estructura flexible, que permite que cada quién lo viva a su manera, los conciertos se extienden durante la noche para los que prefieren bailar, pero por las mañanas y las tardes existían muchas posibilidades de aprendizaje en las charlas, las clases de yoga, o sencillamente disfrutando de las diversas manifestaciones artísticas, el mercado, los alimentos o conociendo gente nueva. Es un espacio para sentirse bien. Más allá de la fiesta, la música hasta el amanecer, hay una experiencia que trasciende todo eso.
Música, solo una parte de la experiencia
A esto, y entrando en materia, le sumamos la ganancia en cuanto a escenarios y cantidad de shows alternativos en ellos, para muchos de los locales había un gran número de propuestas novedosas, de Djs y grupos que hasta ahora escuchamos y con los que ni siquiera habíamos soñado tenerlos tan de cerca. Para esta edición hubieron 4 maravillosos escenarios, hermosos visualmente hablando, con buen sonido, y muy acordes al festival mismo. Así es como el Sol Stage y el Luna Stage presentaron en gran parte a los nacionales y las bandas grandes internacionales. El Lotus Stage un espacio vibrante donde nunca paraba la gente de moverse y liberar todo su ser. Entre Djs y sets al atardecer verdaderamente era una celebración en medio del ocaso para inaugurar la noche. Y el Village Stage ubicado estratégicamente se mostró como todo un punto de referencia musical. En todo momento existía un soundtrack que provenía desde todos los costados del festival. De repente con ritmos más lentos, otros más percutivos y ya a la noche una fiesta electrónica de muy alto nivel, sumando el clima, las estrellas y el ambiente.
En el Lotus Stage los Djs nacionales Javier Portilla, Cesar Ckamu y Mario Miranda alternaron el sábado con los djs sets y jams de improvisación en vivo para iniciar las númerosas presentaciones de diferentes propuestas internacionales. Entre las más interesantes The Human Experience que nos mostró lo más melódico de su propuesta, Geno Cochino que le puso intensidad a su set o Nice Fingers que proponía un estado único al traer el bass a escena y modificarlo a su gusto. Ninguna propuesta se parece a la otra, una delgada línea entre lo ritual y esa fuerza pasional que posee la música y que probablemente el live show no nos permita repetir jamás. El factor jam en vivo sin duda es digno de destacar en la mayoría de los artistas que se entregaron a ello, sobre todo The Funk Hunters, quienes presentaron lo propio a base de una profunda relación entre el público que bailaba sin parar o aquellos que sencillamente observaban y escuchaban el ir y venir de los bmp que resonaban y se transformaban constantemente. Por su parte, Papadosio fue una de las grandes muestras de energía en el Sol Stage y de un show visual espectacular, además de que quizá era uno de los grupos más esperados. El día viernes explotó de una manera increíble, The Polish Ambassador se lució con sus trajes y su peculiar forma de bailar, este proyecto realmente puso a moverse toda una masa humana frente al Luna Stage.
Los artistas nacionales se lucieron también cada uno a su manera. El viernes tuvo su momento Passiflora en un show como era de esperarse, cálido y emocional. Luego el pase se dio a Sonámbulo quienes inyectaron de energía el Sol Stage y transformaron en una enorme pista de baile sin parar todo el espacio frente a la tarima, realmente un público agradecido con el show y la vitalidad no paraba de moverse, como es de costumbre con ellos. Probablemente, la cereza del pastel en cuanto a música nacional se la llevaron Santos y Zurdo el domingo, en un show sin precedentes, donde la luz, la música y el ambiente en general se fusionaban con este proyecto para darnos una experiencia vibrante, emocional y de muy alto nivel, es decir, aunque estemos acostumbrados a compartir con estas bandas y proyectos, definitivamente el conjunto de música, ambiente, locación y público, hizo a los músicos vibrar y brillar. El publico respondió, bailando junto a ellos en la tarima del Sol Stage al final de su presentación, en uno de los mejores momentos del festival.
Muchos de los otros grupos nacionales también tuvieron su espacio para darse a conocer entre los asistentes extranjeros, sobre todo Patterns, Florian Droids, Cocofunka y Fuerza Dread, que también hicieron lo suyo y que a más de uno lo hicieron entrar en trance con sus notas.
Definitivamente una fiesta para celebrar la vida, un espacio único, ilimitado y libre, donde el cuerpo y el alma se convertían dentro de la colectividad en una sola vibración, sin prejuicios, sin cansancio, solo alegría, amor y muchísimo baile, movimiento y goce para el cuerpo, la mente y el corazón.
Envision festival: una experiencia para toda la vida
