Estéreo Picnic y tres maravillosos días de música en Bogota


EP-Portada


Pocos festivales le hacen tanta alusión a su nombre como este. En mi segundo Picnic de verdad que la producción entregó una experiencia festival de calidad.
Los festivales de música son la norma por todo el mundo y los hay de todo tipo, pero la mayoría se reducen a varias tarimas muchos grupos y darle a la gente servicios básicos. Esto se traduce en carreras de escenario a escenario, comidas rápidas de dudosa calidad y servicios sanitarios que representan una aventura digna de Indiana Jones.
AA Experiencia 08
Más allá del cargado line up de calidad y la oportunidad para mucha banda local de lucirse en estos escenarios quiero resaltar mi experiencia festival. EP es un festival joven (6 años) pero que crece y mejora incluso sobre la marcha cualquier contratiempo, ejemplo de ello fue que el primer día el ingreso fue complicado y las filas tardaron hasta hora y media pero fue un asunto solucionado para los días viernes y sábado.
Superado el acceso, al ingresar se encontraba uno el “Mercado Hippie” una serie de carpas con oferta variada de diseño local, música y chucherías. De resaltar la oferta de viniles de La Roma Records –por ahí me encontré una joya de Amigos Invisibles que volvió autografiada por la banda- y hasta una barbería había.
AA Gente 02
Con un marco imponente de grandes montañas y mucho verde ingresaba ya uno al área de escenarios, la piscina de bolas de colores repetía y es un clásico ya para las fotografías que adornaran miles de cuentas de Instagram así como un área que resulta de mis favoritas y donde el picnic se empieza a vivir, montones de sillas y bancos pequeñitos pintados de colores llamativos, pacas de paja y sillones que invitaban a tomarse un café y todo esto con una buena vista del escenario principal. Ya ahí uno se da cuenta que el festival lo atrapó.
EPT
Mis acompañantes seguían en la fila así que seguí con mi exploración. Al final del campo se encontraba una gran carpa con buenas y amplias barras siempre accesibles para que no faltara la hidratación y su propia área de baño. Esta carpa daba casa al escenario secundario donde desfilarían actos como Major Lazer, Kasabian y Rudimental.
Acá ya EP había igualado mi experiencia 2014, sin embargo faltaba lo que fue mi área favorita en esta edición. En el área central del Parque de la 222 convergían el área de comidas, el área de picnic y el tercer escenario.
Food trucks con variada y deliciosa oferta gastronómica, filas cortas y tiempos de espera aún más proveían el combustible para las largas jornadas y se podían disfrutar en un pintoresco comedor de mesas hechas con tarimas de madera, pacas de paja y colchonetas o en el zacate.
Junto a esta área una de las marcas patrocinadoras ofrecía sombrillas de playa con acogedores sillones ubicados justo frente al escenario donde se presentaron artistas como Chet Faker, Caloncho y Soul Clap. Confieso que hasta una siesta tomé en este lugar y es que entre bandas siempre hubo algún buen dj por lo que los momentos de descanso siempre fueron bien musicalizados.
Las marcas como en todos estos eventos tuvieron fuerte presencia pero con buen gusto proveyendo actividades como canopy, y discotecas de acceso para sus clientes.
Después de mi segundo EP no dudo en promocionar este festival y hacer la invitación para que lo visiten en 2016, line ups buenos no faltan en la región pero la vivencia alrededor de la parte musical no es algo que abunde. A lo que hay que sumarle el tremendo respeto que tiene el público colombiano y la amable convivencia incluso en las primeras filas de los escenarios al contrario de otros países de la región como el nuestro en que se viven verdaderas batallas por un campo.
El juego de pólvora con el que concluyen las jornadas lo envían a uno de vuelta con una sonrisa imborrable y con ganas de más música.
Se vendrá el 2016 y probablemente nos reencontraremos al norte de Bogotá.
Fotografías: Andrés Alvarado y David Chacón


ANDRES
Un costarricense de 31 años y apasionado de la música, el fútbol y recorrer el mundo. Un día decidió juntar las tres y montarse en un avión. Obtuvo una maestría en cazar millas y promociones para seguir bandas y festivales. Se enamoró en el 98 de una banda venezolana y la ha seguido por 5 países y más de 9 conciertos. Estudió para internacionalista pero el bichillo de la comunicación nunca lo dejó y ha colaborado con Urbanet y Warp Magazine. “Del glamour de un backstage al barreal de un autodrómo hay una canción de por medio, dos si son de punk”

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